Abr 042018
 

Buenas,

a veces me pregunto si debería seguir dando razones para dejar unas redes que de sociales no tienen más que el nombre y pasarnos a las que sí son redes libres (y sociales), pero hoy voy a hacer otro intento basándome en las personas que pueblan unas y otras, y concretamente en nuestros temas de interés.

En las redes privativas, también llamadas herramientas del amo, ya sabemos quien está ¡Está todo el mundo! ¿Todo? Bueno, tal vez queden aldeas rebeldes como en la Galia de Asterix que se resistan al invasor 😉 pero eso no quita que la mayoría de personas conectadas están ahí.

Como buenos ejemplos de estructuras piramidales, Twitter y Facebook promueven y crean unas redes en las que se da protagonismo absoluto a grupos reducidos de personas que son «seguidos» por enormes cantidades de masas con la esperanza de «llegar a tanta gente» como las promocionadas. No siendo siempre estas las que algunas entendemos como ejemplo a seguir, véase el meme que ilustra la entrada.
Al final resulta que estás compitiendo con tanta gente que quiere llegar a tanta gente que a las pobres gentes a las que quieres llegar no les da la vida para poder seguir a todas y se quedan con eso, con las políticas, las famosas y algunas multinacionales además de las dueñas de esas redes.

¿Y en el otro lado? Pues aquí, al igual que en la aldea gala rebelde, la vida es más tranquila. Somos menos, mejor avenidas (casi siempre) y es más fácil llegar a nosotras. 🙂
Somos personas como tú que tratamos de actuar de acuerdo a nuestras ideas y estar allí donde nos parece más consecuente con estas.

Una de las características más infravaloradas de GNU Social son los grupos. Suscribirte a un grupo te permite recibir información sobre temas de tu interés sin tener que seguir a la persona que lo publica o sin haberla conocido antes. Y como ya dice el refrán: «por sus grupos las conoceréis», pues el siguiente paseo por algunos de los grupos que sigo espero que te den una idea de cómo son las vecinas que pueblan estas redes.
Y decía infravaloradas porque luego se nos olvida mencionar los grupos en cada mensaje que publicamos cuando hablamos de un tema, pero una ojeada a los contenidos de algunos te servirá para conocernos un poco mejor.

Todo lo que gira en torno a las tecnologías libres está basado en la colaboración y la ayuda mútua, así que el primer grupo al que deberías suscribirte es el de novatos (y novatas). Cuando tengas cualquier duda sobre qué hacer o como escribe un mensaje marcándolo con «!novatos».

Por supuesto aquí hablamos mucho de redes libres. Y como una de sus mejores características es que son federadas, decimos de vez en cuando que !Viva la Federación y el !fediverso.

Como era de prever esto está lleno de feministas, no solo mujeres. La mayoría hacktivistas y con bastantes usuarias de GNU/Linux. No somos muy de los memes de Julio, pero sí nos encanta la Guerrilla de la Comunicación y tenemos los nuestros ;).

Por supuesto nos preocupa nuestra privacidad, incluso en otros idiomas. Y la mayoría nos comunicamos personalmente o en salas por XMPP, que es de tontas ser usada por Guasap cuando tienes lo mismo sin dar tu vida a cambio. 😉

Hay quien tiene su huerto agroecológico y cultiva de todo, incluso guindillas.
Y con lo que cultivan y lo que no, las hay que se vuelven cocinillas.

Y las más optimistas se dedican a recolectar crónicas positivas y alternativas éticas.

Así que la pregunta es: ¿Y tú? ¿Con quién quieres estar? 🙂

Saludos,
Colegota

 Publicado por en 4 abril, 2018
Mar 252018
 

Buenas,

las personas que andamos en el día a día preocupadas por la privacidad no paramos de sorprendernos ante las reacciones que está provocando el último ¿escándalo? de Facebook.

Por un lado, por el hecho de que una noticia que pone de manifiesto los riesgos de entregar tu vida a tal multinacional sea portada en los medios generalistas y de toda índole.
Por otro, por la reacción provocada en tantas personas que aparentemente se dan de baja en dicha red y animan a otras a hacer lo mismo… desde Twitter. Otra empresa con apariencia de red social con las mismas intenciones y por supuesto los mismos riesgos.

No somos optimistas. Se trata de una reacción de pataleta porque se ha descubierto que esa información, bueno, parte de esa información que estas grandes empresas tienen sobre casi todas las personas del planeta se ha utilizado para que el actual presidente de los Estados Unidos de América fuese elegido. Y como Trump está mal visto incluso por quienes piensan y actúan como él, la pataleta contra Facebook no pasa de ser algo temporal que poco a poco se irá diluyendo. Además, en un mundo en que las grandes tecnológicas (sic) pagan millones a algunas personas influyentes para atraer «moscas» a sus trampas en Instagram, Youtube, Facebook (#ohwait!) y similares ¿Quién no puede asegurar que Twitter no esté «promocionando» que personas influyentes entren en su red a decir el espontáneo #deletealaotra?

Los análisis que estamos leyendo sobre el tema por quienes nunca han profundizado o no han querido profundizar en el funcionamiento y riesgos del uso de dichas redes dejan de desear todo lo que se podía esperar.
Hablan por ejemplo de ilegalidad. No. La mayoría de las prácticas son legales porque cada persona que se registra en dichas redes firma un acuerdo que no lee en el que autoriza a las respectivas empresas a saltarse lo que podrían protegerle las leyes.
En el caso del reciente escándalo, por ejemplo, se ha autorizado a Facebook a ceder esos datos que se autoriza a recopilar a terceros para que animen a las personas de derechas a que voten a Trump y desanimen a las personas que dicen no ser de derechas para que no voten a Clinton.
O como lo llaman dichas empresas, les han autorizado para «mejorar su experiencia de usuarias». Pensemos en esta frase cada vez que la leamos, no sea que realmente quiera decir mejorar su experiencia (de las empresas) contra las personas que son usadas por ellas.

Puede ser ilegal, cuando desarrollan y utilizan tecnologías para obtener información de las personas que no están suscritas y que por tanto no han firmado ese acuerdo de haz con mi vida lo que quieras. Pero para eso ya están las agencias de protección de datos que de vez en cuando les ponen multas de unos miles de euros y todas tan contentas.

Me refiero por ejemplo a los mecanismos de rastreo con los que se financian las webs de los medios de comunicación en los que se publican esos artículos. Y que si instaláis un complemento para vuestro navegador como Privacy Badger podéis comprobar a las decenas de sitios diferentes que esas webs están vendiendo vuestra presencia ahí. Bueno, si tenéis esos complementes que bloquean ya no les «cederán tanto». Pero pensad en ello cuando os traten de convencer de algo con sus noticias y opiniones.

Hablan también las «analistas» de la cantidad de datos que sobre cada persona recolecta Facebook. De que el resto de empresas de su grupo como Whatsapp o Instagram también lo hacen y le pasan esa información a la empresa madre.
Vamos, algo así como Google que registra tu actividad y tus dudas mientras crees que usas su buscador y las combina con la información que obtiene de ti y las tuyas mientras publicas o ves lo que han publicado otras en Youtube, subes tus imágenes a «sus fotos» para que apunte quién, cuando y desde dónde accede a verlas, compartes documentos «en su Google Docs» para que apunte quien, cuando y desde dónde accede a verlos (además de leerlos) o le das a leer los correos de todas las personas y colectivos que te escriben a tu cuenta de GMail o en la lista de Google Groups que has creado.
Es curioso que no se hable de Google en estos términos por ahí.

Y sí, es algo así como que ahora toca hablar un poco del escándalo, porque todo lo relacionado con Trump vende. Pero sin pasarnos no sea que las masas o al menos algunas personas empiecen a pensar por su cuenta.

Desde otro punto de vista, el problema es mucho más sencillo y no necesita de sesudas explicaciones ni largos artículos que nadie termina de leer (Sí, touchè! 🙂 ).
En 2004 se tomó la decisión de que las tropas españolas saliesen de Iraq. En medio del revuelo preguntaron a un famoso político el porqué de dicho regreso, y con una de las frases más verídicas y útiles que he escuchado de tales fuentes contestó algo así como: «Mire usted, los soldados vuelven porque estaban allí».

Es decir, lo que se ha podido (presuntamente) hacer con los datos de 50 millones de personas que no tenían nada que ocultar, se ha podido hacer sencillamente porque esas personas habían puesto sus vidas y las de las suyas ahí y en los «servicios gratis» de otras empresas similares. Y la tecnología es una herramienta en manos de quien la usa y un arma contra las personas que son usadas a través de ella. Y cada una de nosotras elegimos de qué lado estamos y las consecuencias que ello traiga consigo.

Reconozco que la tecnología no es cosa fácil de entender. De ahí los esfuerzos en este blog, así como en otros y muchas personas y colectivos por explicarla de forma sencilla. Pero también nos tenemos que plantear algunos dilemas sobre lo que nos creemos y lo que no.

Por ejemplo, imaginamos los teléfonos inteligentes o smartphones como una caja mágica en la que podemos ver cualquier cosa que ocurre en cualquier lugar del mundo, lo que hace o piensa cualquier persona del planeta y «compartirlo» inmediatamente con nuestros familiares y contactos.
Ni nos lo planteamos, pero entendemos que gracias a unas tecnologías que nos parecen Chino podemos ver todo eso. Sin embargo nos cuesta creer que con esas mismas tecnologías en esa misma caja mágica nos estén viendo a nosotras y estén apuntando todo lo que hacemos, decimos, pensamos, dónde estamos en cada momento, con quien, o nuestras predicciones sobre dónde vamos a estar y con quien en las próximas horas o fechas.
Descartamos también la idea de que haya tecnologías capaces de cruzar esa información y poder manipularnos, coaccionarnos o utilizarnos.

Hemos, entendido, o mejor dicho nos hemos creído, que la información que tienen sobre nosotras es para ponernos anuncios. Lo que en unos casos es bienvenido por personas que están deseosas de gastar el dinero que tienen en comprar más cosas y por otras parece no importarles porque apenas prestan o creen prestar poca atención a dichos anuncios.

Nos cuesta creer que esos anuncios que aparecen en nuestras pantallas en realidad nos están viendo a nosotras de forma similar a como una cámara frontal o un micrófono en nuestro ordenador, teléfono, televisión o juguete es capaz de enviar lo que escucha y ve. Nos cuesta creerlo aunque sea la misma tecnología con la que nosotros podemos ver en sentido contrario aunque no entendamos como.

Podemos creer que nos den gratis un montón de aplicaciones muy útiles, muy atractivas y fáciles de usar. Podemos creer, si leemos un poco, que esas aplicaciones necesitan de miles y miles de personas para mantenerlas, de enormes centros con miles de ordenadores repartidos por todo el mundo, de enormes consumos de recursos y electricidad solo al alcance de grandes multinacionales. Podemos creer que se gasten millonadas para que yo pueda tener esas maravillas «gratis» en mi teléfono u ordenador, pero nos cuesta creer que vayan a obtener algo de nosotras a cambio.
Parece lejano, como que va a afectar a otras personas. Como mucho a lo mejor a las que votan a Trump… o bueno, a lo sumo también a las que iban a votar a Clinton. Nada que ver conmigo. No a mi. Ni a mis contactos. Ni a mis seres queridos. Ni a mis compañeras.

Si seguís sin terminar de poder creer el otro lado de la moneda os reto en su lugar a unos ejercicios de imaginación.

¿Os imagináis que Facebook hubiera filtrado más información que la que acabamos de conocer pero no lo supiéramos? Que fuera la propia Facebook la que utilizase esa información para manipularnos sin necesidad de cedérsela a nadie. Que esa información llegase a manos de mafias que se conformasen con extorsionar a personas o colectivos.
Que lo mismo ocurriese con la información que estamos entregando a Google. Y a Twitter. Los «whatsapps»…

Todo eso no sería posible si esa información y esos metadatos no estuvieran donde están. Si nosotras mismas no los subiéramos.

Como decían al final de la película Abre los ojos: ¡Abre los ojos!

Consejo: Toma tu ordenador, teléfono, etc. (Y no al revés)

Saludos,
Colegota

 Publicado por en 25 marzo, 2018